En los próximos días, en la República Dominicana, se presentarán tres artistas internacionales en tres lugares y fechas diferentes. Cada uno de estos conciertos arrastra a miles de aficionados y seguidores de sus ídolos. En cada uno la entrada mínima ronda los cinco mil pesos. Siempre se ha dicho que somos un país pobre. ¿Será verdad? ¿Y entonces? Tres conciertos de megaestrellas en menos de quince días en un paisito como este, como que suena a chiste decir que somos pobres.
Cabe pensar que hay dinero, porque sino los organizadores se arruinan en su proyecto. Lo que duele de esta noticia, lo digo por mí, y no con envidia por no poder asistir, es que somos un país con muchas necesidades en donde el Estado no llega ni a un 30 por ciento de las necesidades. Donde hay cientos de ONG tratando de resolver los problemas de millones de dominicanos con unos presupuestos de pena. Y cuando alguien sale a pedir para estas organizaciones se encuentra con la cara larga y la mano cerrada de muchos de los que se gastan en estos conciertos de 20 a 30 mil pesos por noche.
Soy creyente, cristiano católico, y en muchas parroquias he podido ver que los sacerdotes no tienen forma de ayudar a su gente pobre porque las limosnas no le alcanzan. He visto a muchos católicos ayudar con lo poco que tienen, pero hay muchos que prefieren gastar su dinero en este tipo de espectáculos y miran para otro lado cuando les piden una ayuda para comprar la medicina de un niño que vive al lado de su mansión.
Creo que mientras en este país muera un niño por desnutrición o por dengue este tipo de espectáculos son una provocación y un escándalo.
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