miércoles, 2 de septiembre de 2015

Ojo, señora Caram, busque bien...

Debo retomar el arma ( en este caso la pluma, el teclado) para salir al paso de la desfachatez (o dicho en dominicano, la cara dura) de la directora de Profamilia, la señora Caram. Resulta que ahora esta señora acusa a los que estamos a favor de la vida humana (desde el momento de la concepción hasta la muerte) de ser responsables de la muerte de una joven de dieciocho años, víctima de un aborto provocado por ingerir un bebedizo que su violador-tío de la joven- le obligó a tomar. Es decir, la señora Caram pretende cambiar el argumento de su postura, y viene a decir: ustedes, los que se oponen a  las leyes de la República, que se oponen al aborto son culpables de lo que le sucedió a esta jovencita.
Señora Caram, nosotros, los que estamos a favor de la vida humana no podemos admitir que se muera una mujer embarazada, aun siendo fruto de una violación, ni un ser indefenso que vive en su vientre. No podemos estar de acuerdo, nunca, con que se practique un aborto ni en clínica con todos los servicios, ni en un dispensario médico en la zona más pobre del país, ni en una rancheta del campo más olvidado de este país. Lo que sucedió en Azua esta semana no debe ocurrir nunca. La muerte de esta joven embarazada y su hijo no nacido es una llamada a la sociedad dominicana para que defienda la vida, no la muerte. El argumento suyo se cae desde que trata de vernos a nosotros como propiciadores de muerte. Si de algo estamos claros y nunca nos vamos a echar atrás es de que la vida humana es sagrada, es un don, es un derecho y nadie puede atentar contra ese derecho. En este caso hay otros culpables. Y usted los conoce. Apunte para allá.

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