La vida es bella
Por esas casualidades que tiene el
calendario, hoy hemos recibido en paquetes separados las noticias de dos
muertes: la del P. Miguel Pajares y la de Robin Williams. Estoy seguro que la
mayoría de ustedes conoce al actor y no sabe quién es el sacerdote. No voy a
contarles sus vidas. Al alcance de todos ruedan por la red las biografías de
ambos.
La
coincidencia me permite comentar una canción de Pablo Milanés que escuché en
mis años de juventud:
La vida no vale nada
si no es para perecer
porque otros puedan tener
lo que uno disfruta y ama.
La vida no vale nada
si yo me quedo sentado
después que he visto y soñado
que en todas partes me llaman.
Dar la vida y
entregarla es lo más grande que una persona puede hacer. “El que no vive para
servir, no sirve para vivir”,una frase atribuida a la Beata Teresa de
Calcuta, que nos debe hacer pensar. A mí esta noticia de hoy me deja el mensaje
de que dar la vida y morir entregándola, para que otros vivan, tiene sentido, y
es siempre signo de esperanza para este mundo. Quitarse la vida, el mayor don
que hemos recibido, no sirve para nada y deja este mundo sin la luz de la
esperanza que necesita. Hoy, el mundo llora y lamenta la muerte de estas dos
personas. Sus muertes no son iguales. En Miguel yo veo la audacia del que no
teme contagiarse si su labor conlleva ese riesgo. En Robin, uno de mis actores
favoritos, y genial en sus interpretaciones, veo la muerte del que se queda
sentado mirando el mundo desde el tedio y sin valor para luchar por salir de la
esclavitud en que cayó.
En la vida de ambos hay alguna
coincidencia: los dos supieron llevar alegría a los demás y, desde los papeles
diversos que les tocó representar, el mundo creció en optimismo y la gente que
los conoció se motivaron a ser mejores.
En la muerte de ambos no encuentro el
punto común. Uno muere contagiado de ébola sirviendo a los enfermos en un
hospital liberiano, y el otro muere, sin que se haya confirmado, por una asfixia
provocada. No pudo superar la depresión y la dependencia del alcohol. Y tomó
una decisión con la que no estoy de acuerdo, aunque la respeto.
Miguel fue capaz de entender las palabras
del Maestro: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su
alma? Miguel fue capaz de sacrificar su vida por la causa del otro, del enfermo,
del que nadie quiere tocar. Y hoy, al menos para mí, su muerte tiene sentido
porque es semilla de esperanza para que el mundo sea mejor.
Que el Señor tenga piedad de sus almas y
sea Padre amoroso para estos dos hijos suyos.
P.D. En estas líneas quiero rendir mi
tributo de agradecimiento a un religioso que murió hace una semana. También tú,
José Antonio, has entregado tu vida por amor a los demás. Que el Señor te
recompense con abundancia tu generosidad con los pobres y olvidados de este
mundo. Descansa en su paz.
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